No hace mucho tiempo leía el articulo de Gonzalo Pozo Oller donde reflexionaba sobre el concepto de tijoleño. Me hizo pensar en nuestra identidad como ciudadanos, del privilegio que tenemos de vivir en una ciudad milenaria, con la impronta de las civilizaciones que la habitaron, tan enigmática por las leyendas de sus paisajes y tal culturalmente excepcional por su inquietud en todas las artes.
La idiosincrasia de tijoleño, su actitud ante las tradiciones culturales, religiosas, el respeto al patrimonio arquitectónico y natural, la valoración de la familia y amistades nos hacen tener una especial dedicación a las celebraciones y festejos como vínculos de unión entre los vecinos y los foráneos.
No es extraño que en el ciclo festivo de Tíjola se inicie en enero la festividad del Patrón San Sebastián, compartiendo el pan arrojado desde los balcones. La Candelaria presentando a la comunidad a los nuevos niños, Carnavales exponiendo satíricamente conflictos y circunstancias propias o ajenas, Semana Santa n8etra unión religiosa, La virgen de Fátima, trabajo en común para engalanar calles con alfombras de filigrana en serrín, San Felipe Neri con la Santa Escuela de Cristo símbolos de caridad y honradez cristina, las fiestas de Agosto como homenaje a nuestros emigrantes, La Virgen del Soco por su continua protección y favores a nuestra comunidad…. Y todo esto siempre acompañado el momento con la gastronomía tradicional.
Pero Tíjola no es una entidad anclada en el tiempo, esta ciudad su entorno y su gente evolucionan y mejoran en una espora continua, con ciclos sutilmente semejantes.
Si nos remontamos cincuenta o sesenta años atrás y marcamos un punto en esta imaginaria línea de mejora, veremos que coincide con la evolución general que ha tenido la sociedad española, casi en paralelo, aunque quizás desfasada en algunos años.
En Tíjola, nuestra emigración por causas económicas se produjo a principios de los años sesenta. Nuestros emigrantes, en su mayor parte, se quedaron en territorio nacional con destinos como Cataluña, Baleares, País Vasco, Madrid….
Los años setenta a partir de la riada de 1973, vieron la construcción y/o mejora de caminos para las pedanías, el nuevo alcantarillado urbano, la electrificación total de calles y casas, pavimentaciones en núcleo urbano, gestión de residuos, nuevo edificio de servicio postal, estación de servicio (gasolinera) y un nuevo ayuntamiento.
También los servicios públicos y sociales mejoraron con ampliaciones en los centros de enseñanza de primaria y secundaria, el nevo centro de salud, los espacios culturales y deportivos, centra telefónica, mercado de abastos, cementerio cuartel de guardia civil pozos de riego…
En los setenta, asistimos al traslado de familias desde las pedanías y cortijadas agrícolas hacia el núcleo urbano, creándose zonas residenciales como San Juan.
Al principio de los años ochenta se inicia con mejoras ni lo suficientes, tal como recoge Pedro A. Rodríguez e su libro “Tijola, Ayer y hoy”, donde expresa las carencias que presenta Tíjola en cuanto a infraestructuras fundamentales como son: “..una hogar para los jubilados, asociación con proyección cultural para los jóvenes, un centro de salud…”; aspectos, que se han ido cumpliendo a lo largo de esta década y la siguiente.
Los años noventa es la época de la bonanza económica nacional. También llegan a nuestro municipio trabajadores extranjeros que aprovechan esta bonanza económica para trabajar y establecerse.
El siglo XXI se inicia en plena bonanza económica, mucha oferta de empleo, ciudadanos bien económicamente situados.
Los jóvenes no están en absoluto motivados en adquirir formación o solvencia profesional pero curiosamente, muestran un gran interés en participar de actividades culturales o deportivas tan arraigadas como la Banda de música (Asociación Musical Maestro Lázaro), equipos deportivos de fútbol, ciclismo caza, pádel…. Para los mayores, las parcelas agrícolas se convierten en parcelas recreativas, pequeñas casas de campo con todos los aspectos lúdicos imaginables
En fin de la primera década del Siglo XXI muestra un panorama totalmente distinto a los últimos: cierre de empresas, desempleo, pérdida de poder adquisitivo….
Actualmente estamos en un momento de incertidumbre que se palpa en la desesperación de jóvenes y mayores que no terminaron sus estudios, que perdieron sus inversiones y sus ilusiones, que sobrevive gracias a la ayuda de algún familiar o por sus subsidios.
Nuestros jóvenes, los que optan por superarse formándose, parece que no valoran la opción de quedarse, prefieren salir fuera, incluso de España. Un nuevo éxodo migratorio, Aun así el peso de nuestro bagaje cultural les retiene vinculados y no pierden ocasión para volver, para disfrutar de los que durante generaciones nos ha unido: tradición, cultural, paisaje, vivencias, eventos gastronomía y …¡ las fiestas!
Carmen Mª Acosta Pozo. Asociación Histórico-Cultural de Tíjola